Inseminación artificial

Pedro Ripoll - 487 visitas

Un granjero compra varias cerdas con la intención de que críen.

Después de varias semanas, se da cuenta de que ninguno de los animales esta preñado y llama al veterinario.

El veterinario le explica que deberá probar la inseminación artificial.
El granjero no tiene ni la más mínima idea de lo que es eso pero, no queriendo parecer un ignorante, tan sólo le pregunta que cómo sabrá que las cerdas se han quedado
preñadas.

El veterinario le explica que dejarán de pasearse por el corral y que se tumbarán en el barro. Después de colgar el teléfono, el granjero se queda un rato pensando y llega a la conclusión de que "inseminación artificial" significa que él mismo debe inseminar a las cerdas.

Así que las carga en su camioneta, se las lleva al bosque y practica el sexo con todas y cada una de ellas. A la mañana siguiente se levanta y se va a ver a los cerdas. Viendo que se siguen paseando por el corral, las vuelve a cargar en la camioneta, se las vuelve a llevar al bosque y vuelve a practicar el sexo con todas, esta vez dos veces con cada una.

Al día siguiente se encuentra que las cerdas siguen paseando por el corral como si tal cosa. El granjero piensa que es necesario esforzarse más en la inseminación. Resignado, se las lleva al bosque otra vez y se pasa todo el día practicando el sexo con ellas...

Cuando llega a su casa está exhausto y se queda dormido nada más echarse en la cama.

A la mañana siguiente todavía está tan cansado que no puede ni levantarse. Le pide a su esposa que vaya a ver a las cerdas y que le diga si éstas están echadas en el lodo.

Pues no, -dice la esposa cuando vuelve- es muy extraño, pero están todas subidas en la camioneta y una de ellas está tocando el claxon.

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